Es una condición inflamatoria de la piel que aparece, principalmente, alrededor de la boca, aunque también puede extenderse a la zona perinasal, el mentón o incluso el contorno de los ojos. Se manifiesta como pequeñas pápulas o granitos rojizos, acompañados de sensación de ardor, tirantez y en ocasiones descamación.
Aunque puede parecer un brote de acné o una irritación leve, no debe tratarse de forma empírica: se trata de una patología cutánea que requiere diagnóstico y tratamiento médico especializado.
Su origen es multifactorial, pero hay ciertos desencadenantes frecuentes:
La piel en esta zona es especialmente sensible, y tiende a reaccionar con facilidad cuando se altera su equilibrio natural.
Uno de los errores más comunes es automedicarse, suspender productos de golpe o aplicar tratamientos antiacné sin indicación médica. Todo ello puede empeorar la inflamación o cronificar el cuadro.
En consulta, suelo ver casos que han pasado semanas (o incluso meses) dando vueltas entre farmacias, cremas de amigos o rutinas de redes sociales, sin mejoría real y, en muchos casos, con la piel visiblemente más reactiva y frágil.
El manejo de la dermatitis perioral debe ser progresivo, respetuoso con la piel y ajustado a cada paciente. En función del caso, puedo pautar:
Además, es importante revisar rutinas, hábitos de aplicación, exposición a irritantes y posibles desencadenantes ocultos.
La buena noticia es que la dermatitis perioral tiene muy buen pronóstico si se trata de forma adecuada desde el inicio. La clave está en no subestimarla, evitar la improvisación y buscar acompañamiento profesional.
Si estás lidiando con enrojecimiento o granitos persistentes alrededor de la boca, agenda tu valoración. Un diagnóstico certero y un plan adaptado a tu piel pueden marcar la diferencia.
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